CAPÍTULO II
El taller crítico, un mediador del acto educativo
Elaborado por Alejandra Gonzales Lucana |
El taller crítico consiste en la
reunión de un grupo de personas que desarrollan funciones o papeles similares,
para estudiar y analizar problemas y producir reflexiones, conclusiones o
soluciones de conjunto, lo cual implica que éste combina actividades tales como
trabajo de grupo, sesiones generales, elaboración y presentación de actas e
informes, organización y ejecución de trabajos en comisiones, investigaciones.
El adjetivo crítico que se vincula a la palabra taller, alude
a uno de los objetivos rectores e la educación y es el de lograr que los
estudiantes desarrollen un pensamiento capaz de cuestionar, evaluar y valorar
para construir nuevos sentidos en el proceso de aprendizaje, de tal manera que
en su ejercicio se promueva la capacidad de reflexionar sobre la validez del
trabajo en equipo, el respeto por los puntos de vista de los otros a la luz del
conocimiento y del aprender a ser y construir saber, haciendo.
El pensamiento
crítico
Elaborado por Alejandra Gonzales Lucana |
Siguiendo a Peter Facione (2001, p. 1),
el pensamiento crítico es un conjunto de capacidades intelectuales de orden
superior que se deben fortalecer en los estudiantes, a partir del análisis,
síntesis, conceptualización, manejo de información, pensamiento sistémico,
actitud crítica, investigación y metacognición. En su definición, precisa que el
pensamiento crítico se concibe como un juicio autorregulado y con un propósito
que conduce a la interpretación, análisis, evaluación e inferencia; así como a
la explicación de la evidencia, concepto, metodología, criterio o contexto
sobre el que se basa ese juicio.
El taller crítico
y la pedagogía activa
Desde esta perspectiva, el taller
crítico se inscribe en una pedagogía activa que moviliza al estudiante a pensar
de manera crítica y pone en tela de juicio el método tradicional que se refiere
a la simple transmisión de conocimientos en donde el estudiante repite a
partir, sobre todo, de lo captado por la memoria. En efecto, el taller crítico
plantea un reto: tanto el docente como los estudiantes deben compartir un papel
de primera línea, protagónico, en el proceso enseñanza-aprendizaje y, por
consiguiente, la universidad es el contexto adecuado para el ejercicio que
permita concretarlo, si basa el accionar de los interesados en una didáctica de
formación integral participativa desde el análisis, la reflexión y la
evaluación formativa.
El taller crítico facilita el
aprendizaje por descubrimiento, lo que implica una combinación entre la
formación teórica y la práctica, aunque es preciso apuntar que, dadas las
limitaciones evidentes de los currículos académicos y de la propia estructura
del sistema educativo, su ejercicio no es fácil.
El taller crítico permite, además,
una evaluación más sistemática y completa del estudiante, pues se valora su
proceso, sus actitudes, sus capacidades y sus conocimientos en lugar de acceder
a una cuantificación descontextualizada en exámenes que quizás no admiten mayor
objetividad. Esto hace que el taller crítico sea una instancia en la que el
estudiante se ve precisado a aplicar los conocimientos adquiridos en lo
referente a métodos y técnicas de investigación.
Además, el taller crítico posibilita
un trabajo multidisciplinario e interdisciplinario, pues con diversos enfoques
y desde distintos criterios científicos se pueden desarrollar las temáticas
planeadas para el curso. Así, no solo es la voz y la visión del profesor la que
recibe el discente, sino que éste puede, desde sus exploraciones y con el
concurso de grupo, aportar a su formación profesional, desde lo colectivo, en una
sinergia plurivocal que pone de manifiesto un concierto educativo provocador de
lo nuevo, donde la capacidad de la sorpresa, la expectativa por la indagación,
el placer de la aventura, el encuentro con la contradicción y el reto que genera
la incertidumbre, Morin (1995, p. 9), cobran valor como maneras de acceder a la
construcción del conocimiento.
El taller crítico
como estrategia didáctica
El taller crítico, en su puesta en
escena en el aula, se constituye en una estrategia dialógica que cuenta con
variantes. Así se puede considerar de las siguientes formas:
-Total, cuando incorpora a todos los profesores y estudiantes
del centro educativo en la realización de un programa o proyecto.
-Vertical, si comprende cursos de desiguales niveles Y
-Horizontal, cuando involucra a los integrantes de un mismo
nivel o de un mismo núcleo temático.
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